Abandonó
al fenómeno, quedando por siempre anclado en la vida de una roca desvanecida
por el soplo de un niño.
Agradezco
yo a ti
El
secreto que recelosa me guardas
Como
lúcida mariposa que agacha sus colores al asombro de la luna
Y
que sin dejar menguar sus tumultuosos sabores
Descansa
sobre la luz desperdigada de la primavera.
Moradora
intempestiva del centro cardiaco
Parsimonia
indulgente de la justicia antropófaga.
Agradezco
yo a ti
Los
giros que me provocas y los alientos que impávido me recogen
Porque
de tu cuerpo estrellado
Competencia
al sol errado
Evocas
gracia pura del demonio liberado.
Eres
la tónica cósmica de un universo talado
El
acento de la vida que transcurre en la muerte de ella misma
Recordando
las fracciones del oscuro de Efeso
El
espanto de la permanencia y del roído hueso,
El
licor y el almíbar sobre el silencio acallado.
Vicio
crepitante de la armonía perenne
Lectura
amancillada de las arenas impares
Cual
tierra remojada gime agreste a las turgencias lunares
Incineras
al cielo, ignición de los mares.
Sospechas
de las coincidencias malévolas y serena nunca duermes
Con
tus ojos destapados por la noche cuajada de oscuridad
Y
despabilada con la carne ajada abriendo la hinchada eternidad
Me
has pedido paciencia
Cuando
yo reclamo vivirla, como un obsequio in fortuito
Porque
es en la espera que respiro
Y
en la llegada que agonizo.
La
esperanza no es una vela encandilada
Sino
un pabilo consumido
Parafina
aguada, luz sin trémulo vilo.
09/09/03
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