domingo, 3 de noviembre de 2013

Discurso del idiota facineroso

Yo no me considero un sabio
No soy tampoco un intelectual
Soy sólo un pobre ignorante
Soy sólo un humilde vagabundo
Soy un contradicción andante,
Una pregunta peregrina
Qué más me queda en este mundo
Qué más me queda en este espacio de maravillas
Si no es que trotar por lo inalcanzable,
Si no es que conocer lo desconocido
Si no es ser un descubridor constante
Y nunca saciarme de las hermosas gardenias
Que pueblan este pequeño gran país perdido.

Yo no soy un magnate que tiene todo y su riqueza aurífera es todo lo que tiene
Yo no estoy hecho, sino voy humeante fabricándome, un artefacto inacabable
No soy un contemplador pasivo
Que se cansa e impacienta
Soy mas bien alguien que no sabe quién es
Pero no por la apatía que la impericia aborda
Ni la impura destreza que la ingenuidad amerita
Sino por la gama de posibilidades y la eternidad que representa
El ir en busca perpetua de esta respuesta
Y no huir de todo lo que me compete, no sólo de todo lo abierto, sino también de todo aquello que cerrado clama por despegarse de la claustrofobia. Recuerdo alguna vez , visitando al psiquiatra tuve que dispararle  en medio de la cien por que éste me ha dicho, sin calidad objetiva que carezco de fobias, cuando ya ustedes habrán notado que aborrezco la reducción de mis anhelos y odio sin discusión el atenuante martirio de mis pensamientos.

Yo me entierro, sin vacilar, en las sombras fugitivas
Porque mis sueños no duermen, sino despiertan
Porque mis ideales no se cogen al cansancio y abortan paulatinamente
Sino seducen y alertan a mi conciencia invocando a mi ego amante
Que con regocijo danza alrededor de mi ausencia
Cometiendo los crímenes románticos menos inertes.
Yo despido un perfume emanado fielmente del ano de un cebú
Soy irreconciliablemente una aberración no creada
Voy dentro de la carreta de los actos perennes
Clavando en mi estómago perdices sin desplumar
Ermitaño de lo dicho y lo planeado
Soy como un tierno botón rosáceo de piedra
Que se convierte en nieve cuando tu volteas
A cortar los serpollos de las suaves yedras.
Rufián entre blancos algodones y coronas de espinas
Estoy censurado por la escoria de la aridez migratoria.

Ustedes no me interesan, un pistache sin cuerpo es lo que me importan

Pero creo con una confianza casi mística en la reclamación que con angustia y absorto vivo: ustedes me inquietan siempre y la razón es simple también somos unidad, no refiriéndome a la carnívora integración que disocia, sino a la fuerza popular que adelanta nuestras protestas, nuestras necesidades, todos somos o acaso faltaría yo? Ya se los he dicho soy un tartamudo, y no más.

No hay comentarios: