Vino acometida la
imprescindible sorpresa
Una generosa
controversia, compañía de mi desvarío
Graciosa e inaugural es
primavera intensa
Precipitándose un ocaso
detrás del espectro tardío
Aquel que tropieza
sobre el tablero moteado
Un pelaje común
amalgamado por las yemas saludables
Últimos horizontes de
este planeta tuyo
Comarca que ahora
ingresa ilegalmente a flamantes naturalezas
Medio primo renuncio al
cinturón turbio
Justo como un arco iris
impreciso a merced de la tempestad
Ajedrez cromático,
monarquía diluida.
Una sombra enjuta
retrataba con fidelidad
el epílogo de lo
extraterreno,
y áspera imitaba su
inflexibilidad
diligente firmó lo
bordes maduros
anotando encima de la
ribera senil
un aparente sigilo
desvanecido
como presa de la lumbre
y el candil
abandonando a una
audiencia erizada
por la armónica
pluralidad segregada
de la feroz conciencia,
del pretérito limbo.
Persiana de hojarasca
ardiente
Perfumada por el
pestífero aire funerario
Con comodidad retozan
los páramos
Son presencia indeleble
como la lluvia que refugia
Reducción de la
exuberancia maltratada
Por un rosal y un
milenio de cadáveres.
¿Qué es la mayoría sino
la exclusión y el retroceso del
superlativo?
La unidad de la minoría
desgastada,
Orillada hacia el filo
de los archipiélagos
Piadosa anciana
dormida, sueño del tren en camino
Junto al conglomerado
de plagas, escoria y de fractales fungiformes
Democracia, una puta
sin hueso,
un punto blanco en el
centro de una centella
Fina sicodelia, verbena
y patrullas del la providencia Hiperbórea
Pueblo despierto en la
cima del tridente erecto.
Serena está el alba
Al encresparse el
plumaje de los críos uniformes
Y flota sobre el amargo
tacto de las infusiones digestivas
El pan conciso como
embarque a leguas
Ramas con algodón como
cabeza
Un incidente más de mis
ideas asoleadas
Sondea sin poder
distinguir las próximas popas
Motivando de los
cabellos su muerte insólita
Manifestándose las
vibraciones presentidas
Fue en esos eternos
silbidos
Cuando asomé mis
lánguidos restos
por fuera del pésimo
sótano
globo sin helio
arrastrando la fatiga y las huellas
por la verticalidad de
las futuras bóvedas
navegación gesticular
apoderada de las peñas.
No hubo alivio tal, ni
raíces sacudidas
Esquiaron sobre este
piso antaño
Filtrando su piel por
la propia campiña
Mecanografiando la
vanidad del suicida
Con la prolongación de
su alma hinchada
Indicando el sencillo
empleo del marino agobiado
Un misántropo que
pilota sobre una cascada de ciegos mástiles
Hundido en los
torbellinos que barren con astucia
La estepa dudosa,
señora de las espinas comprometidas
Con la humedad
palpitante de las termales acequias
Silenciando a las
roncas llamas, ahogando el terso frío
Aferradas a los oídos
del fuego y al aliento de la noche.
Triviales vacilaciones,
indistinta excepción primorosa
Del migajón facial y
las mañanas inofensivas
Soy aquel oleaje
vespertino que divaga y cecea
Un errante olmo
sacudido por un absurdo incauto
Haber sido empapado por
la falaz charla de los paisajes astrales
Merodeando por arriba
de mis gachas velas,
Exactamente cuando
entristecían los sauces
Castas lágrimas de los
vientos melódicos
Concentrada en el azul
maduro y pernoctado estás tú
Aguardas una caducidad
épica
Resido yo, además, como
un mentecato sin gemelo alguno
Persona poco práctica,
porque hasta el día que retrato esta verdad
He comenzado a amarte
entre contingencias volátiles
Y gozar de la
estrellada intemperie
Sobre tu cara y tu
cuerpo, sobre mi alma y mi centro
Valgo así una condena
por no virar hacia ti
Y extinguirme en el edén, en el nirvana y en el cielo.
Dos brechas se entrelazan ferozmente
Te propongo una pareja de puños
Uno abierto el otro clausurado
Cual par de afluentes atadas por el destino
¡Será que el violín ha abandonado el tosido y vuelto a inhalar!
¡O que la tierra permanece latiendo, sonriendo y cantando!
Reemplazada en la corteza por un
desencanto perdido
Acarreando las humildes palmas tercas
Tus insolentes roperos rendidos
Aluden un respiro más al crepúsculo
Marcando al domicilio estricto con parafina seca
Subrayando las auroras sublimadas
han de vencer las rumbos serpentinos.
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