domingo, 3 de noviembre de 2013

Brasas

El poeta es primitivo     
Se resbala por el pensamiento
Es salvado por la palabra
Hilvanado por el estilo
Priva al hielo y lo aniquila.
Carga una montaña en su espalda
Pisa el pie derecho al izquierdo
Hace lo mismo sobre su mano,
Una atrapa a la otra, intrépida y depredadora.
Es una roca envuelta en un paño de oro
Sus plantas son de color café
Y no es por contingencias azarosas
Envilece el pedregal incendiado y es raíz entrometida
Alza los brazos y le arranca a la luna su cabeza
ésta desangra fácilmente, de su rostro escapan anhelos
como de los muelles barcos, galeones y veleros
la reflexión retoza ya en el ombligo del cosmocida.

El espejo lacustre se tiende liso
Estirado sobre la llanura mediata
Un estrépito en el valle inaugura
Un anquilosamiento inmenso
que ebulle al cojín calendarizado
Primigenio y astuto cielo turbio, distendido bajo tu pupila
Quemado y desvelado por la juerga y de los insectos su saliva
Hecho de mimbre, manchado de lodo y pulpa de mango.
La colina es su albergue trenzado
Luego de sacrificar al satélite
Resuelve sus tristezas lloroso, ahogándose en la madera
Encerrado atisba chispas de oscuridad en la caverna
Aún así, la sangre blanca y espesa continúa acariciándolo
Se filtra ingeniosamente por una grieta
Que mira al exterior hostil y desconocido.

Una estalactita calcárea emana un fulgor tímido
Llama la atención del hombre,
quien distraídamente suelta a la protectora aurora.
Ahora ve más que nunca, oye más que nunca,
Siente más que nunca, rasgan su frente.
Se anclan sobre sus narices aromas más que nunca
Asamblea de carpas tornasol, el sonido se disipa
El aire queda prensado en los pulmones
La faz queda gangrenada, los cachetes como globos
Que en el escape quedaron incomprendidos,
Viajan en parvadas hacia el polo plutónico.

Es al discurso un matinal menester
Hacer de su expresión un embate
Dada la enemistad a atender
El coyote racionaliza a la presa
Y el conejo huye hacia las fauces del rey
Por que la premura lo persigue
Y cuando el cielo se abre y la tinta se devela
Se dispersan los fantasmas de la ley.
Cae rendido sobre sus espinosas letras
Que le atraviesan sus ropas.
Lo restante se incendia sin heredar vacuna
Deja de ser inmune el próximo hacedor
Quien compone los antifaces de la medida
Envilece y regurgita, veo brotar pus
Que cobra vida en su resquicio vocal.

Enfermo exige aún más de la vida,
Vivo demanda la muerte
Muerto está trasnochado,
La resaca siempre va
Está donde siempre nace
No está donde nunca muere
Estamos aquí porque fuimos indiscretos
Ahora ardemos y no somos mas que susurro del viento
Un soplo y sobras en el destierro.
Hablamos durante una milenaria huída
Hemos dicho nada en años libertinos
Enmudecidos en el tiempo perdido
Digeridos por la lidia, asolados por el filo.




30/09/03

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