domingo, 3 de noviembre de 2013

Pericles

Acércate sin componenda alguna. Desvariando hasta en el más cretino comentarioAsí es como, irónica y lacrimosa,  te me develas. Aún con la duda en parapetas, un miasma trepitaTras chispas en desuso y cataratas de humo.

Ven, vamos a ensuciar el aposento
Y formar lodo donde yacen las plumas de la paz
Ven, vamos a envilecer la tormenta de pureza
Y ensuciarnos con la luz de la canícula
Encajando en la fresca pera los colmillos y la caries.
Ven, vamos a asolearnos tras el fragor de nuestros cuerpos y
Cuando tibio esté el fango, y estemos lejos, brincar la lejanía
Ven, y troquémonos en demonios sulfurosos
Afrontemos el deceso y caminemos hacia el odio
Ven y reposa en los cantares y vocablos gargajosos
Audaces coletazos que invierten los semblantes
Trastocan con apremio los comportamientos
Pienso que ya es una dieta humana, eso de la perplejidad insumisa
¿es posible aprender en la vida de qué trata la muerte?
¿es posible aprender en la vida?
¿es posible aprender?
¿es posible?
¿es?
No te acatarres, ni de bajezas permitas tus improntas lubricar.

¡Oh Atenienses! Luchad que os exhorto a ello.
¡Oh Atenienses! Labrad la victoria, cenad los mancebos.
¡Oh Atenienses! Alanzad la gloria, hacedlos temblar.

Ven, y los efluvios bostezarán el ánimo,
Así ocurrirá la transmutación y no seremos
Sino almas errantes, pero aliadas
Que desgarrando las llamas
Se encontrarán un destino
Carbonizarán sus proyectos más íntimos
Convocarán a los Dioses
Repetirán su sustancia.

¡Oh Atenienses! Forjad el mar y disolved la tierra
Poseidón  los aclama y quema.

Ven, y vamos a desdoblarnos como un manantial de parpadeos
Y que luego beberemos con pajillas telescópicas.

Fenecidos por la peste de una Palas fruncida
Me rondas y marginas anta la comisura del pueblo
De aquellos días amargos y aciagos
Gruesas columnas dóricas levantaron un equilátero
E hicieron cómplice al arte de la geometría
Los blancos presentes, de un siglo arrugado y roto
Fidias los creo entre el espectro y el mármol
Están en efervescencia. Es julio y las Panateneas
Talía y Melpómene, escarban los periplos de la imaginación
Es un esplendor pesado y finito recorrido por un detractor.

Fue uno y continuó su retorno hacia la nada...

De extranjera recibí avisos
De una inmigrante que me conocía
Y cuando vi que dentro de la nación propia
Ignoraba mis llanuras,
Lloré por cien décadas,
Corté los ríos y traspasé los desiertos craneales.
Digiero bien los músculos a medio cocer
Entre lo divino y lo mortal,
Acertó en decir la foránea compañera.
Ven, y recógeme del retrato antaño
Filma el candor de las violetas
Dibuja y a los alisios y las setas.
Ven, y marca el paso de la jauría
Canes furibundos de tristeza
Aulla, intempestiva loba mía
Ven y desteta ya las flores
Inflama de rocío el sexo
Restaura las gracias matutinas
Ven y hablemos con la noche, hasta hastiarla
Y conseguir que duerma y se prolongue en sollozos.

Despliego mi rubor en mil palomillas
Sé que confirmo lo que ya sabía
Guardado bajo la llave del cofre abierto
Emulación divina de una madera de caoba,
tallo sin tiempo, sin astillas.

Me encorvo y veo crecer en ti la joroba
Atravesado en el espejo, te maquillas
Tortuga arrastrando por el archipiélago engrasado,
Los caparazones  y las altas varillas,
Ojos multiformes salpicando la tarde de sombrillas,
Destensando los cielos y las liras.

El altavoz funciona a su vez como embudo y orejera,
Pues de las caracolas antiguas suelen escucharse las primeras palabras
Los dicho por el crujir de los volcanes y las burbujas del vacío
Los jóvenes balbuceos de un anciano en muletas
Torpe, ciego e idiota.

De la jarra dorada, sirven lino y trigo
Nuestra sed es indeterminada
Y tú, Aspacia amada, que titubeas ante los amigos
Destejes también los lienzos, los vestidos y los cerros
De esta unión pétrea y envirada.
Recuerdo y memorizo las máscaras
Arando la tierra ajena con lámparas
Prescribiendo virginales desdenes
Acudiendo a la calma colérica.

¡Oh Atenienses! Clavad en vuestros corazones heridos
los huesos afilados del despecho
tragad con demencia esos males
rapiña liberada de los enemigos
mostrad la otra cara,
aquella rajada por los cuchillos
 y abasteced de adargas
a esta ciudad anonadada.
Hoplita tuberculoso e inerme
¿Sufres el hielo sin vuestro escudo de paja?
Pues cobíjate y satura la debilidad, alcornoque
Con cencerros y arroz
Berenjenas y calabazas
Edifica una buena casa
Que haga frente a la injuria.

No permitiré la entrada a cerreros pretendientes
Que se arrullan y aburren al contemplar lo bello,
Y mastican estafiate para comer sus dientes
No verán al Dios subido en un camello
Ni a la Venus del este presagiar la indigna muerte.

Las nupcias se oficiarán en el Panteón,
Nadie ha sido participado excepto tú y yo
Ayer descubrí que otro ocuparía el lugar
Que abandonaste irremediablemente por abordar
Las gracias exóticas de balas prístinas.

Desde el mastín se resbaló la luna
Y como robusto arquero fallido
Rotó una flecha iracunda,
Cuyo filo degolló las lágrimas lactantes
Y con argucia desafió al Deseo.


La guerra te empalideció
Intentaste guarecerte en la casa
La economía imprimió agobio
Todo el mundo, tus susurros, percibió,
En 433 regiones tu nombre se pronunció
No por tundras adversas, ni por cuencas etruscas
Aferrada a la verga, sufriste el asteroide
Ejecutando la danza inhibida.

Sea ésta la patraña del síncope
Fino cogollo destartalado.
Garantizado el improperio con la daga
Espejo vuestro en la carne otra
Macerada ésta en la ataxia política
Con la pléyade conversas, y la mirada te desborda.
Eriátida encadenada por el método
De poli cromática matriz hendida
Rozada por los sentidos de todos y fruto de la locura
Meticulosa y de rabia sutil
Nova en Marte, tripulante arisca,
 nave frígida, goleta sobre un océano sin fin.

Hiciste de la vida fanegada
Un terrón de espacios asustados
Que gritan ásperos a diario
Repasando con lentitud las costras
Y las heces hediondas del ganado.
Estoy llovido, mientras de arriba desfallecen chivos
Cuando todo es amarillo, y ella humedad cundió sin pena.

Novísima noche noble
Más negada que permitida
Dale a este pobre hombre
Puñaladas en la trasera cortinilla
Haz de sus retrocesos, aceleradores
Y del conocimiento una constitución
Un porte decisivo que barrió las sombras acaloradas de Dracón
El uno fue en grandes cantidades, uno por dos.
Previsiones desovadas por los respiros de Solón.
Fragua, nenúfares y rizoides
Flores de hierro acaudaladas de invierno
Nadando en caldos de azufre
Legitimas el robo, despides al ultraje
Porque en estos tristes viajes
No hay regreso instituido.
Del  Meandro vengo, voy y quedo en silencio, quedo.
Ni una voz, ni un escolio desbandado, surco la estela perdido.

En ninguna escaramuza
Verás desmoronarse al jinete
Pero si de pensarte, bien fuere
Rodarían bicéfalos  descuadrando sus extremidades falsas
Turbias cimbrarían las placas por tu suerte.

De todos al Yo crítico
El combatiente férrico y oxidado

En apariencias la civilización
Está en las postrimerías de su cenit inalcanzado
Plenitud abigarrada por la historia, por lo humano.
Desde aquí, en tanto, siento vértigo y encanto
Los persas consentidos cuando nací
Enfermaron El Pireo,
Y en la estación de las hojas suicidas
Y el olvido de la paternidad errabunda
Posé la barbilla en la mar
Y me blandí en la bergamota.



México, D.F. a 4 de marzo de 2004


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