Acércate sin componenda alguna. Desvariando hasta en el más cretino comentarioAsí es como, irónica y lacrimosa, te me develas. Aún con la duda en parapetas, un miasma trepitaTras chispas en desuso y cataratas de humo.
Ven, vamos a
ensuciar el aposento
Y formar lodo
donde yacen las plumas de la paz
Ven, vamos a
envilecer la tormenta de pureza
Y ensuciarnos con
la luz de la canícula
Encajando en la
fresca pera los colmillos y la caries.
Ven, vamos a
asolearnos tras el fragor de nuestros cuerpos y
Cuando tibio esté
el fango, y estemos lejos, brincar la lejanía
Ven, y
troquémonos en demonios sulfurosos
Afrontemos el
deceso y caminemos hacia el odio
Ven y reposa en
los cantares y vocablos gargajosos
Audaces coletazos
que invierten los semblantes
Trastocan con
apremio los comportamientos
Pienso que ya es
una dieta humana, eso de la perplejidad insumisa
¿es posible
aprender en la vida de qué trata la muerte?
¿es posible
aprender en la vida?
¿es posible
aprender?
¿es posible?
¿es?
No te acatarres,
ni de bajezas permitas tus improntas lubricar.
¡Oh Atenienses!
Luchad que os exhorto a ello.
¡Oh Atenienses!
Labrad la victoria, cenad los mancebos.
¡Oh Atenienses!
Alanzad la gloria, hacedlos temblar.
Ven, y los
efluvios bostezarán el ánimo,
Así ocurrirá la
transmutación y no seremos
Sino almas
errantes, pero aliadas
Que desgarrando
las llamas
Se encontrarán un
destino
Carbonizarán sus
proyectos más íntimos
Convocarán a los
Dioses
Repetirán su
sustancia.
¡Oh Atenienses!
Forjad el mar y disolved la tierra
Poseidón los aclama y quema.
Ven, y vamos a
desdoblarnos como un manantial de parpadeos
Y que luego
beberemos con pajillas telescópicas.
Fenecidos por la
peste de una Palas fruncida
Me rondas y
marginas anta la comisura del pueblo
De aquellos días
amargos y aciagos
Gruesas columnas
dóricas levantaron un equilátero
E hicieron
cómplice al arte de la geometría
Los blancos
presentes, de un siglo arrugado y roto
Fidias los creo
entre el espectro y el mármol
Están en efervescencia.
Es julio y las Panateneas
Talía y
Melpómene, escarban los periplos de la imaginación
Es un esplendor
pesado y finito recorrido por un detractor.
Fue uno y
continuó su retorno hacia la nada...
De extranjera
recibí avisos
De una inmigrante
que me conocía
Y cuando vi que
dentro de la nación propia
Ignoraba mis
llanuras,
Lloré por cien
décadas,
Corté los ríos y
traspasé los desiertos craneales.
Digiero bien los
músculos a medio cocer
Entre lo divino y
lo mortal,
Acertó en decir
la foránea compañera.
Ven, y recógeme
del retrato antaño
Filma el candor
de las violetas
Dibuja y a los
alisios y las setas.
Ven, y marca el
paso de la jauría
Canes furibundos
de tristeza
Aulla,
intempestiva loba mía
Ven y desteta ya
las flores
Inflama de rocío
el sexo
Restaura las
gracias matutinas
Ven y hablemos
con la noche, hasta hastiarla
Y conseguir que
duerma y se prolongue en sollozos.
Despliego mi
rubor en mil palomillas
Sé que confirmo
lo que ya sabía
Guardado bajo la
llave del cofre abierto
Emulación divina
de una madera de caoba,
tallo sin tiempo,
sin astillas.
Me encorvo y veo
crecer en ti la joroba
Atravesado en el
espejo, te maquillas
Tortuga
arrastrando por el archipiélago engrasado,
Los
caparazones y las altas varillas,
Ojos multiformes
salpicando la tarde de sombrillas,
Destensando los
cielos y las liras.
El altavoz
funciona a su vez como embudo y orejera,
Pues de las
caracolas antiguas suelen escucharse las primeras palabras
Los dicho por el
crujir de los volcanes y las burbujas del vacío
Los jóvenes
balbuceos de un anciano en muletas
Torpe, ciego e
idiota.
De la jarra
dorada, sirven lino y trigo
Nuestra sed es
indeterminada
Y tú, Aspacia
amada, que titubeas ante los amigos
Destejes también
los lienzos, los vestidos y los cerros
De esta unión
pétrea y envirada.
Recuerdo y
memorizo las máscaras
Arando la tierra
ajena con lámparas
Prescribiendo
virginales desdenes
Acudiendo a la
calma colérica.
¡Oh Atenienses!
Clavad en vuestros corazones heridos
los huesos
afilados del despecho
tragad con
demencia esos males
rapiña liberada
de los enemigos
mostrad la otra
cara,
aquella rajada
por los cuchillos
y abasteced de adargas
a esta ciudad
anonadada.
Hoplita
tuberculoso e inerme
¿Sufres el hielo
sin vuestro escudo de paja?
Pues cobíjate y
satura la debilidad, alcornoque
Con cencerros y
arroz
Berenjenas y
calabazas
Edifica una buena
casa
Que haga frente a
la injuria.
No permitiré la
entrada a cerreros pretendientes
Que se arrullan y
aburren al contemplar lo bello,
Y mastican
estafiate para comer sus dientes
No verán al Dios
subido en un camello
Ni a la Venus del
este presagiar la indigna muerte.
Las nupcias se
oficiarán en el Panteón,
Nadie ha sido
participado excepto tú y yo
Ayer descubrí que
otro ocuparía el lugar
Que abandonaste
irremediablemente por abordar
Las gracias
exóticas de balas prístinas.
Desde el mastín
se resbaló la luna
Y como robusto
arquero fallido
Rotó una flecha
iracunda,
Cuyo filo degolló
las lágrimas lactantes
Y con argucia
desafió al Deseo.
La guerra te
empalideció
Intentaste
guarecerte en la casa
La economía
imprimió agobio
Todo el mundo,
tus susurros, percibió,
En 433 regiones
tu nombre se pronunció
No por tundras
adversas, ni por cuencas etruscas
Aferrada a la
verga, sufriste el asteroide
Ejecutando la
danza inhibida.
Sea ésta la
patraña del síncope
Fino cogollo
destartalado.
Garantizado el
improperio con la daga
Espejo vuestro en
la carne otra
Macerada ésta en
la ataxia política
Con la pléyade
conversas, y la mirada te desborda.
Eriátida
encadenada por el método
De poli cromática
matriz hendida
Rozada por los
sentidos de todos y fruto de la locura
Meticulosa y de
rabia sutil
Nova en Marte,
tripulante arisca,
nave frígida, goleta sobre un océano sin fin.
Hiciste de la
vida fanegada
Un terrón de
espacios asustados
Que gritan
ásperos a diario
Repasando con
lentitud las costras
Y las heces
hediondas del ganado.
Estoy llovido,
mientras de arriba desfallecen chivos
Cuando todo es
amarillo, y ella humedad cundió sin pena.
Novísima noche
noble
Más negada que
permitida
Dale a este pobre
hombre
Puñaladas en la
trasera cortinilla
Haz de sus
retrocesos, aceleradores
Y del
conocimiento una constitución
Un porte decisivo
que barrió las sombras acaloradas de Dracón
El uno fue en
grandes cantidades, uno por dos.
Previsiones
desovadas por los respiros de Solón.
Fragua, nenúfares
y rizoides
Flores de hierro
acaudaladas de invierno
Nadando en caldos
de azufre
Legitimas el
robo, despides al ultraje
Porque en estos
tristes viajes
No hay regreso
instituido.
Del Meandro vengo, voy y quedo en silencio,
quedo.
Ni una voz, ni un
escolio desbandado, surco la estela perdido.
En ninguna
escaramuza
Verás
desmoronarse al jinete
Pero si de
pensarte, bien fuere
Rodarían
bicéfalos descuadrando sus extremidades
falsas
Turbias
cimbrarían las placas por tu suerte.
De todos al Yo
crítico
El combatiente
férrico y oxidado
En apariencias la
civilización
Está en las
postrimerías de su cenit inalcanzado
Plenitud
abigarrada por la historia, por lo humano.
Desde aquí, en
tanto, siento vértigo y encanto
Los persas
consentidos cuando nací
Enfermaron El
Pireo,
Y en la estación
de las hojas suicidas
Y el olvido de la
paternidad errabunda
Posé la barbilla
en la mar
Y me blandí en la
bergamota.
México, D.F. a 4
de marzo de 2004
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